Lomos de burro y reductores de velocidad

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Los lomos de burro y otros elementos como los reductores de velocidad, se crearon con el objetivo de asegurar que los conductores no lleguen a las esquinas a una velocidad peligrosa. Ya están instalados en las ciudades, pueblos y hasta en algunas rutas. Sin embargo, en la práctica cotidiana, se puede observar que el uso, o el mal uso de los mismos, puede generar el efecto inverso, llegando incluso a dañar la carrocería de los vehículos.

En junio de 2021, la OMS (Organización Mundial de la Salud) había emitido una recomendación para que en las ciudades se reduzca de 40 a 30 km/h la velocidad máxima, prestando especial atención en cada esquina. La iniciativa fue acompañada de un estudio que demostró que a esa velocidad sólo 1 de cada 10 peatones atropellados tienen posibilidades de sufrir heridas graves o mortales, mientras que al aumentar la velocidad a 40 km/h, las consecuencias pueden ser mucho más graves.

Queda demostrado que una reducción del 25% de la velocidad en el tránsito urbano aportaría a reducir las consecuencias fatales de los accidentes de tránsito.

El respeto por las normas de tránsito

En nuestro país, las muertes por accidentes de tránsito arrojan números alarmantes. Aunque existan reglas y medidas que aportan a la seguridad vial, el problema radica en otro aspecto, y es que – aunque existentes – no se respetan las normas de tránsito.

Existen diversos elementos que ayudarían a una conducción adecuada y evitarían en gran parte los accidentes de tránsito. Y aunque se han multiplicado las cámaras con sensor de velocidad que puedan emitir infracciones, y el costo de éstas sea cada vez más elevado, algo sigue fallando, y es por ello que la única posible solución hasta ahora sea la instalación de lomos de burro y reductores de velocidad.

Fabián Pons, fundador de OVILAM (Observatorio Vial Latinoamericano) abrió un nuevo debate y sostiene que es denigrante para la cultura vial “poner un lomo de burro o un reductor de velocidad y decirnos que no tenemos educación para poder manejar como corresponde en el tránsito sin que nos tengan que poner un obstáculo”.

Y este tipo de elementos de seguridad vial también tienen sus consecuencias. Pongamos por ejemplo el accidente del deportista olímpico Brian Toledo, quien falleció como consecuencia de las heridas causadas por haber sido despedido de su motocicleta al encontrarse repentinamente con un lomo de burro sin marcación.

Los lomos de burro no están contemplados en la Ley Nacional de Tránsito, pero eso solo aplica a rutas nacionales.

Efectos de una cultura vial en decadencia

Tras los diversos reclamos por accidentes debidos a lomos de burro y reductores de velocidad sin señalización, la Dirección Nacional de Vialidad Nacional se ha proclamado al respecto, sosteniendo que los lomos de burro no se pueden construir porque son obstrucciones a la libre circulación de los vehículos.

Sin embargo, en diferentes zonas de nuestro país están instalados lomos de burro de diferentes medidas, alturas y extensiones, siendo en algunos casos de una dimensión notable. El debate que se plantea con respecto a este tipo de elementos, es que más que aportar a la seguridad vial, serían causantes de accidentes si no están bien colocados o señalizados.

Además de ello, en muchos de los casos las pendientes de los lomos de burro son tan pronunciadas que, aunque se respete la velocidad y se los atraviese lentamente, esto daña a los automóviles. Existen también lomos de burro de plástico, que podrían ser menos dañinos. Sin embargo, su elevación repentina golpea la suspensión de los vehículos, lo que los termina rompiendo.

Otros elementos que se suelen utilizar son los reductores de velocidad, conocidos como “tortugas” por su forma, y que se colocan individualmente sobre el asfalto. Se disponen de tal manera que los conductores no pueden evitarlos, lo que obligaría a quien conduce a reducir la velocidad.

Diferentes niveles de daños

En el caso de un vehículo que pasa a una velocidad mayor que la que permite el lomo de burro, cuanto mucho se puede dañar la carrocería. Sin embargo, otros vehículos más inestables como una bicicleta, una moto o un monopatín, puede llevar a consecuencias más peligrosas.

Para evitar accidentes, se implementó la instalación de «tortugas» plásticas, alternativas a los lomos de burro, pero que causan el mismo daño a las suspensiones de los autos si no se las pasa a baja velocidad.

De hecho, al conocer la existencia de estos elementos y la ubicación de los mismos, los conductores realizan maniobras para evitarlos o sortearlos con menor impacto. Esto podría ser un resultado positivo del uso de reductores de velocidad; no obstante, hay quienes sostienen que, al atravesar despacio un lomo de burro, el daño al vehículo es peor que si se lo pasa a mayor velocidad.

Instalar una mejor Cultura Vial

En nuestra cultura vial está instalado el hecho de romper las reglas, saltando las señales o barreras, tratando de pasar con una rueda por el borde del lomo de burro, donde debe haber un espacio sin el reductor de velocidad para que corra el agua en días de lluvia, o incluso dañar esos elementos, para poder pasar sin tener que frenar tanto. Se ha visto también que los usuarios rompen los laterales de los lomos de burro para pasar con una rueda por el costado, o liman los bulones para no romper los neumáticos.

También es necesario destacar la importancia de contar con una buena cobertura de seguros de autos, que permita al vehículo asegurado estar protegido ante cualquier eventualidad. A través de los comparadores online como Comparaencasa se puede cotizar y contratar un seguro que responda a las necesidades reales de protección de cada auto y a las posibilidades económicas de cada conductor.

El seguro de autos no solo cubre al asegurado en caso de accidente o siniestro, también lo ampara ante un desperfecto mecánico, una falla o una consecuencia como el desgaste de los elementos de uso diario. En Comparaencasa se puede comparar entre las mejores aseguradoras del mercado, de manera de tener una protección adaptada a cada usuario, a precios competitivos y con grandes beneficios de contratación.

Todo parece demostrar que el problema no está en los elementos, sino en la falta de una cultura vial que permita aplicarlos correctamente y acatar las reglas de tránsito. Existe una real necesidad de formar mejores conductores y de hacer que se cumplan realmente las normas de tránsito.

Leé también: ¿Cómo desempañar los vidrios del auto en invierno?





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